Domingo: sobre vacío que da la impresión de albergar la carta más ansiada.
Lunes: el cuerpo divaga con una conmovedora resignación.
Martes: los pensamientos son agujeros envenenados de olvidos y recuerdos.
Miércoles: los ojos son cometas que huyen de sí mismos y reniegan de su fuego y velocidad.
Jueves: la ansiedad raspa los residuos de una antigua creatividad.
Viernes: mano con espasmos epilépticos al lado del teléfono.
Sábado: el rostro amado trepa con sigilo por los muros altísimos que circundan la ciudad de pasiones destartaladas.