Angustia,
serena y desdichada,
con los ojos abiertos bajo el agua
y el cuerpo de espalda al sol,
así avanzas
inconfundible
hacia una luz nacida
del fondo más oscuro de la noche
con las manos atadas a libros mohosos
a recuerdos aún por hacerse
a besos anclados en un buque sin tiempo
así hundes la melena para siempre
y el mar se calla tu ausencia
llevándose a sí mismo
corrientes inquietas
atrevidas espumas
Angustia,
el mar y su tórrida memoria
hoy, frente a mí,
repiten incansables
la imagen última
de tu ya
milenaria
partida