Altamente recomendable. Justo acabo de llegar de un concierto fabuloso en el Carnegie Hall. Esta es una de las composiciones más desvariantes que he oído. A lo largo de esta sinfonía, Berlioz recrea la atmósfera de un artista enfermo de amor, y en el penúltimo movimiento, el sueño de éste, donde está a punto de ser ejecutado por haber asesinado a su amada. Cada uno de los movimientos contiene una carga de delirio tremenda. Es una orgía de instrumentos!! Hacia el final incluso tenemos la espontánea invasión de campanadas de iglesia, seguidas por trompetas, trombones, bombos, entre otros, enardecidos. El director, James DePriest, y la orquesta del Julliard estuvieron magistrales. Aprecié este concierto desde el tercer balcón, y por momentos, los músicos me daban la impresión de ser hormiguitas laboriosas, estrellándose unas contra las otras en un repase sin fin.