Los atisbos del inconsciente son los pedazos de un corazón roto y cada vez más inhallable.
La ventana, la mujer y el mar del cuadro debieron vivir únicamente en Castel.
Castel, tu amor siempre fue de sombras.
María estaba demasiado viva para volar pegada a tus alas.
La contemplación de ella era otra, giraba; la tuya nunca dejó de ser estática.
Castel:
Nada más allá que su propia sombra el hombre estanca.
6 de febrero de 1999.
(Unas líneas que escribí al terminar de leer por primera vez esta obra extraordinaria.)
También, como Castel, podría decir que «alrededor de María existían muchas sombras.»
y justo ahora me puse a leer «sobre heroes y tumbas», pero no sé por qué, terminó de cansarme y todavía no lo termino.
el tunel?, excelente !!