hoy me acurrucaría bajo una amplia tarantela de ávidos gusanos
les dejaría zanjar mis poros y agujerear mis órganos intactos
hoy a un cuarto para las cinco de la tarde comprendería
el áspero perfume de la rosa hundida en mi garganta
la falsa suavidad de sus pétalos simétricos
el veneno espeso de su polen
al levantar la mirada, observaría
el hipnótico ser y seguir siendo de los pájaros en círculos y en vuelos
y me sentiría tan pequeño, tan ridículo
que estar de pie me haría desfallecer
hoy el sol quedó atrapado entre su ardor y la majestuosa noción de sí mismo
me lo dice el amarillo pálido de su lento adiós
secuestrando en su famélica luz
las alturas y los grises de imponentes rascacielos
cruza una voz
desnuda de labios y de cuerpo
un hombre yace a orillas del mar
minuciosamente
unas gaviotas observan sus despojos
y en cada voraz picotazo
van dando fin
al menudo y mortal escenario de los sueños