"Llené las manos de arena, la llamé oro, y abrí las manos para que toda ella se escurriera."
Bill Evans-«My foolish heart»
Con la cabeza gacha, con el deseo de ser salpicado, quizás, por algún destello emergente del roce de sus dedos sobre el teclado, o esperando oírse a sí mismo, he aquí el lúgubre y tímido, Bill Evans.