Últimamente tengo la mente en blanco, no sé si sea a causa del terrible invierno que ya ha empezado a roer el poco calor que entibia mi cuerpo o de una repentina abulia por mi particular existencia. Cuando esto sucede, suelo abrir el caótico archivo de mis poemas (la mayoría de ellos en su versión manuscrita) y ver si entre todos los que, por alguna u otra razón, confiné a una ominosa cuarentena- bajo el rótulo de "incompletos" o "impublicables"- hay todavía alguno que pueda rescatar del fluir natural del olvido. Este es uno de ellos, que terminé de escribir el 22 de octubre de 2006:
Nuestro amor fue como el de las esferas
Suspensos en el aire
A millones de años luz
Cada uno en su cóncava esquina
Espera el tiempo y su implacable hacha roja
Como un oído gigantesco
Vampiro del grito de la muerte
Sucumbiendo
Deshaciéndose
Con montículos de sangre clara a lo lejos
uy… yo había leido «cuarenta», ya estaba preocupado….
bonito poema.
Suele pasar que a veces entre nuestros empolvados desvanes suelen emerger y resucitar y con una fragor casi impropio, los mejores cadáveres como este que publicas. Muy bueno. Nos estamos checando.
Saludos…